Indortes se incorpora hasta sentarse del todo. Sus manos vuelan sin que el pueda ni quiera evitarlo hacia la cara de su amada. Con un gesto suave aparta el pelo de Nisunin y lo coloca detrás de sus hombros.
- Nunca habrá nada más bello que tú.
Y mientras dice esas palabras acerca su boca a la de la mujer y la besa tan suavemente como recogió antes su pelo. Cuando se separan sus labios, Nisunin le mira a los ojos y le dice:
- Nunca habrá nada más eterno que nuestro amor.
Cuando termina su frase un escalofrío recorre su espalda y da un respingo que Indortes cree que es producido por frío.
- ¿tienes frío?
- No. – responde Nisunin- Es que he sentido un dolor muy agudo en el corazón cuando te contesté.
- ¿Estás bien? Recoge el cántaro y nos vamos. La tarde es fresca y has cogido frio cuando recogías agua mojándote los pies
- No. Estoy bien. Solo fue un momento. Bésame de nuevo y se me pasará.
Indortes mira a su amada con cara de pillo y le contesta sonriendo.
- Si lo que querías era otro beso del “Gran” Indortes no tenías mas que pedirlo
- ¿El “Gran” Indortes? – dice Nisunin poniéndose de pie y mientras rodea su vientre con sus brazos dobla su torso hacia delante.- Ja.ja.ja.ja.ja.ja
- Pagarás caro este insulto – Grita Indortes mientras se lanza de un salto hacia Nisunin y por efecto del impulso, los dos caen de nuevo al suelo abrazados y riendo.
Vuelven a mirarse a la cara mientras permanecen abrazados en el suelo y un beso más largo y profundo que el anterior les hace olvidar quiénes son y donde están
Durante unos minutos los dos amantes se dedican a mirarse y besarse abrazados en el suelo del bosque. El rio acompaña a la pareja con su ruido monótono y los pájaros de la ribera saltan y cantan aquí y allá.
Pasado un rato, Nisunin se da cuenta de que el sol ya alumbra menos y le dice a Indortes:
- Tenemos que pensar en volver. Si nos coge la noche por el camino mi madre se enfadará conmigo y a ti te azotará con una vara en el trasero.
- No es mala advertencia esa. Ja. Ja.ja.ja.
Indortes recoge el cántaro lleno de agua y dando la mano a Nisunin comienzan a subir la pequeña cuesta que les llevará de nuevo al camino por donde vinieron.
Cuando ya han superado el badén y se encuentran ya en terreno llano tienen que sortear jaras y altas retamas para seguir avanzando a terreno mas despejado.
Es en ese momento cuando por la parte derecha, donde el camino se pierde en línea recta en el bosque, un ruido ronco se escucha de repente. Los dos se paran en seco. Escuchan entonces sin poder ver aún de que se trata pues solo aciertan a ver trozos del camino.
El ruido se hace cada vez más cercano y ahora se reconocen algo parecido a pisadas. Muchas pisadas. Demasiadas pisadas, piensa Indortes, como para dejarse ver.
Con un gesto indica a Nisunin que guarde silencio y que se agache junto a él.
Ahora ya no ven nada del camino. Los matorrales les esconden pero también les quitan cualquier visión de lo que está ocurriendo unos pasos más allá.
Los pasos se acercan. Son muy acompasados. Se adivinan muchos pies pisando la arena del camino pero todos siguen un camino. También se puede oír algo parecido a unos cascos de un caballo.
Indortes mira a Nisunin y le indica con la mano que no se mueva. Mientras él se arrastra entre los arbustos sin que Nisunin pueda hacer nada por evitarlo aunque en su cara el miedo se hace cada vez más patente.
Indortes sortea los matorrales hasta que llega a una zona en la que puede divisar lo que está atravesando el camino que lleva a su aldea.
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