Por ahora, esto es el diario de un parado.

Aunque iré añadiendo nuevas cosas, si es que me entero bien de como hacer un blog en condiciones...

Bienvenidos y espero que os guste


Si fuera así, dejadme un comentario que no cuesta nada escribir dos palabrejas...

martes, 11 de enero de 2011

11/01/11 42º dia de paro

El carnet de conducir

Llevo casi treinta años conduciendo. Con algo de suerte en algún mal momento, falta de ella al principio aunque no tuve golpes graves y el resto supongo que como todo el mundo. Soy de los que el conducir no es engorroso y la mayoría de las veces incluso es agradable.

Este mes me toca renovar el carnet. Ya no hay que ir a tráfico y después de varias horas de cola conseguir el papelito rosa con foto.

Ahora vas al centro médico para revisión y allí te lo gestionan gratis....o casi. La gestión es supuestamente gratuita pero el precio del reconocimiento varía. Ahí está el negocio.

Sobre las 16:10 entro en una clínica en la que figura un cartel que dice que te hacen los trámites para renovar el carnet. Pero abren a las 17:00.

Como sé que hay otra cercana y no quiero esperar (estoy tan ocupado ultimamente), me acerco y resulta que esta ya está funcionando.

Puerta de madera que da acceso a recepción antigua con mostrador de madera... En el cubículo que resguarda el mostrador una señorita. La señorita debía estar trabajando ya cuando yo nací. No sé si será enfermera o recepcionista porque llevaba bata blanca. Después de escribir en un formulario mis datos, me lo devuelve y me hace pasar a una sala de espera... En ella yá hay gente. Parece que los doctores llegan a y media. Dos doctores, una y uno pasan por la salita unos minutos después. Es bastante probable que fueran a clase en la misma época que la recepcionista. Por cierto, me cobró sesenta y dos euros con cuarenta. Miro el formulario y descubro que las tasas de tráfico son veintidos con cuarenta. Cuarenta euros por el reconocimiento.

Al rato entra el primero de los que esperábamos. Dos minutos más tarde, empieza a sonar un pitido y otro de los que esperan dice que ya estamos como ayer...

¿Como ayer?

Me entero que ayer se les estropeó la máquina o la conexión con la guardia civil. No lo dejan claro. Al rato la señorita de la quinta del 60 sale para comunicarnos que en media hora llega el técnico, que está en Torrejón. Cinco y veinte de la tarde...

Pues va a ser que no.

Me vuelvo a la recepción y le pido a la señorita, que ahora está acompañada de otra algo más joven, que me devuelva el dinero porque no puedo esperar. Y no es porque no pueda esperar (aunque estoy tan ocupado) sino porque me suena a cachondeo y cutrez.

Con mi dinero recuperado, salgo de la clínica y me voy a la primera....Si me hubiera esperado no habría perdido una hora y pico. Pero así es la vida.

En la otra clínica me recibe en cinco minutos una señorita... Esta de una quinta ya incluso posterior a la mía. No mucho, pero posterior. Rellena un formulario con mis datos (esta vez en un ordenador), en ese momento se me olvida el teléfono de mi casa y me hace preguntas normales como:

¿Ha tenido usted depresiones? ¿Se ha sometido a algún tratamiento psicológico? ¿Ha padecido alguna enfermedad psiquiatrica?....

A todo contesto que no extrañado porque el olvido de algunas cifras dé tanto que pensar sobre mi normalidad de coco.

Después me hace una foto con una webcam. Si. Ahora se hace así. Ya no hay que ir al fotomatón. Me las hace sin gafas. Muy bien porque si un día me para la guardia civil y no llevo gafas pues no pasa nada. Bueno, si pasaría. Veo menos que un gato de escayola así que da lo mismo que esten en la foto o no.Y pasamos a las pruebas esas de dirigir dos bolitas por dos carreteritas... y otra de adivinar cuando una bolita va a salir por detrás de un bloque...

A mí con esas... No tengo la wii pero esto está chupao. La bolita como no la veo salir nunca supongo que la habré cazado todas las veces. Pero las de las carreteritas, las ponen para dar por culo. Con dos manijas hay que dirigirlas por dos caminos diferentes que se separan, hacen curvas, rectas, etc. Mantener las bolitas en su carril y que la máquina no pite es digamos, jodido. Pasados los primeros instantes de pánico, consigo dirigir las putas bolas sin que suenen mucho. Me imagino que debo tener los ojos como los camaleones mirando cada bola con uno diferente. Pero la señorita no se rie. Bueno, ni siquiera me mira. Cuando termino con la ruta, me doy cuenta de que ha estado aprovechando para abrir correspondencia. Si no fuera por el ruido ni siquiera habría recordado que yo estaba allí conduciendo las dos bolitas de mierda.

Me pasan a otra salita con otro doctor. A una distancia de dos metros me pide que lea las típicas letras. C O V H N A . Con los dos ojos y uno por uno lo leo de maravilla. No sé si será porque están a solo dos metros y ahora si que llevo las gafas.

Me vuelve a preguntar sobre la psiquiatría, la psicología y la depresión. Estoy algo cabreao pero no creo que se me note tanto...

Salgo de nuevo a la sala de espera en la que espero cinco minutos. Vuelta al primer despacho donde me hacen firmar un papel en el que digo que he dicho la verdad (como pueden saber si he dicho mentiras), que me he sometido a todas las pruebas(cuantas pruebas serán en realidad), que no he padecido enfermedades psiquiatricas, depresión ni estoy en tratamiento (juro por Dios que lo ponía) y no me acuerdo de qué más.

Cincuenta y ocho euros y un papel mas tarde son las seis menos diez y he terminado. Me mandarán a casa el carnet de conducir por correo ordinario.

He tardado un cuarto de hora y he pagado cuatro euros menos.

3 comentarios:

  1. Enorme.
    Me parto de risa con tu visión de los más engorrosos trámites. La mayoría no percibiríamos ni la mitad de los detalles y mucho menos la ironía de la situación.
    Te leo, todo, aunque no deje comentarios
    Besos mil

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  2. Gracias.
    Este al menos lo habeis leído dos confirmado.
    Solo me deben quedar unos miles más para aparecer en el buscador de Google...

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  3. Aunque no te ponga nada me los leo todos. Por lo tanto el numero de lectores ya te sube a tres.

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